lunes, 5 de febrero de 2007

mecanismos

Escaners que leen un código de barras, manos que se aferran a tiras de plástico, escaleras desplegables automáticamente, asientos abatibles, botones que accionan puertas y antes se encienden en colores llamativos, voces metálicas que repiten el nombre de la estación, gestos que muestran como desplegar mascarillas de oxigeno, aceleraciones y frenadas con una cadencia repetitiva pertenecen a los inter-espacios. Una liturgia repetitiva que parece crear asociaciones fugaces y, desde luego, costumbres. La costumbre se une a un espacio que por frecuentado se termina convirtiendo en pseudo privado o, mejor dicho, funciona como privado.