sábado, 3 de febrero de 2007

Interespacios

Metros, aviones, ferrocarriles, gimnasios e incluso los blogs son un nuevo tipo de espacio. La chica de la butaca de enfrente habla con el móvil. El hombre junto a mi lee un libro cuyo título puedo leer por encima de su hombro. Esos (nuevos) espacios no son públicos ni privados y constituyen, me parece (es sólo una hipótesis), una característica de la modernidad.. La exclusión del espacio público de ciertas minorías (judíos, homosexuales..) ha sido uno de los rasgos definitorios de las dictaduras (H. Arendt), y en las ciudades esta ausencia es la razón de ghettos (más o menos abiertos), de periferias con enormes bloques de hormigón (a lo Marzahn en Berlin).

La ausencia de privacidad en estos espacios semi-públicos y semi-privados a la vez tiene algo que ver con la creación de ausencia de un espacio público como tal, donde interactuar con los demás….el vagón de metro se han convertido para muchos commuters en un lugar de relaciones sociales, pero, al mismo tiempo, en una pieza clave de su privacidad: un lugar donde poder establecer relaciones personales. Una especia de espacio analgésico contra el aislamiento; un aislamiento que se desnuda, se muestra en ese espacio semi-público y, por tanto, no se constituye en una esfera privada, aunque, a la postre, funcione como tal.

Al mirar a la chica/o del metro o del blog no se crean, a veces, relaciones privadas ni tampoco públicas…se construyen en esas nuevas esferas otros tipos de relaciones difusas, poco aprehensibles y clasificables cuya funcionalidad es, a veces, la nostalgia de las relaciones privadas de antaño. Pero, con el tiempo, son reconocidas con un valor propio. Este tipo de relaciones en este tipo de espacios, y eso es lo curioso, siguen estando articuladas por el reconocimiento del otro como un igual; un reconocimiento que se plasma en símbolos estúpidos y superficiales como un modo de vestir, una etnia o …es decir un reconocimiento no discursivo y guiado por los afectos…