jueves, 4 de enero de 2007

Ashley, el ángel de la almohada

Hoy en The Guardian y en El País leo la noticia de esta chica sometida a tratamiento hormonal y esterilizada para evitar su crecimiento. Una enfermedad le hace no poder andar, no poder sentarse, no poder hablar....en definitiva, ser prácticamente un "vegetal". Parece, y sólo parece, (pues nadie le ha podido preguntar) que este tipo de cirugía y de tratamiento le hace la vida más llevadera... (véase http://ashleytreatment.spaces.live.com/blog)

Hay que hacer algunas consideraciones al respecto:

1.- No hay que me sea conocido ninguna religión que le conceda al no nacido la misma dignidad que al nacido y separado del claustro materno. Este argumento (que ahora ilustraré) es fundamental para, en algunos casos, justificar la eugenesia o para, en lo medida de lo posible, hacer una seleccción de pre-implatación. Efectivamente, el obrar sigue al ser (Berkeley): lo que no es no puede obrar como persona. La religión católica, que tanto habla de igual dignidad de las personas y de los embriones, en la práctica, no la aplica:
a) para formar parte de esa comunidad hay que ser persona y esa posibilidad no se aplica a los no nacidos, sino a los que ya han nacido. El nacido es aquel que puede ingresar en el seno de la Iglesia Católica; no el feto ni el embrión. En una tradición tan altamente símbólica (Sloterdijk habla de teo-canibalismo: se comen el propio cuerpo de Dios) ¿qué argumento evita avanzar el ingreso en la comunidad al momento de la anidación, de la fecundación o dónde se quiera? La teoría del acto y de la potencia aristotélica, tan apegada a la tradición cristiana, pudiera ser un argumento en contra.

b) El embrión muerto es desechado sin los "honores" sin la "dignidad" de la persona muerta. Al cubo de basura, a la fábrica de cosméticos o a dónde sea . Incluso el no bautizado va al limbo y no al cielo, cuando aquel existia. El embrión, a la hora de su muerte, no tiene la dignidad de una persona, no es considerado como tal por ninguna postura ética.

Así que una cosa es el discurso anti-abortista y otras sus prácticas incongruentes.
Si el embrion es un "no ser" ( o no es tratado como tal) que llegará a convertirse en ser algún tercero puede decidir moralmente sobre esa vida, que aún no ha llegado a ser. No hay conculcación del axioma de la autonomía, porque no hay persona (miremos las prácticas y no los discursos hueros). Si (desconozco si esto es científicamente posible), en un principio,alguien hubiera detectado en el embrión de Ashley desarollaría una enfermedad como la que en realidad padece ¿quién puede condenarla a vivir ese tipo de vida?¿En nombre de que ideas religiosas, políticas o de otra índole se puede someter a una persona a ese tipo de terapia (más espinoso es el qué hacer ahora)? La eugenesia, liberada de sus abusos históricos, desvinculada de obstáculos teológicos, puede ser en algunos casos una necesidad ética. El caso de Ashley me parece un buen ejemplo. Para los que no somos masoquistas, el dolor no es el sentido de la vida.